Las primeras sesiones de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras se celebraron en el actual número 51 de la calle de los Abades, domicilio de su fundador. A partir de 1752, tras obtener la protección del rey Fernando VI, se le asignó como sede oficial la llamada “Sala Cantarera”, en el Palacio Gótico de los Reales Alcázares. En ella se reunió hasta 1755, en que hubo de abandonarla temporalmente por los destrozos ocasionados por el terremoto de Lisboa. Durante seis años celebró las sesiones en la casa de su entonces Director, don Francisco de Céspedes, marqués de Carrión, en la calle San José (donde hoy se sitúa el hotel Fernando III). Tras su vuelta al Alcázar, permaneció allí hasta 1807.
A partir de 1820, diferentes vicisitudes le obligaron a cambiar de sede con cierta frecuencia, ubicándose en edificios de comunidades exclaustradas y en otros: iglesia de la Universidad, convento de San Hermenegildo, hospital del Espíritu Santo, convento de San Alberto, de nuevo los Reales Alcázares, colegio del Santo Ángel, colegio de San Gregorio (Academia de Medicina) y Museo Provincial de Bellas Artes, donde estuvo desde 1919 hasta 1979, en que se trasladó a su actual sede, la denominada Casa de los Pinelo.
La Casa de los Pinelo fue construida, a partir de 1502, por el canónigo Jerónimo Pinelo, hijo del financiero genovés y jurado de Sevilla Francisco Pinelo mediante la adquisición de varios inmuebles colindantes. Tras su muerte en 1520, fue vendida a la Fábrica de la Catedral, que mantuvo la propiedad hasta la Desamortización; durante dicha etapa se efectuaron varias segregaciones del edificio primitivo. Fue residencia de clérigos, especialmente de canónigos de la Catedral. Tras la Desamortización, pasó a manos de diferentes propietarios y conoció diversos usos. En 1885 se convirtió en la Pensión don Marcos, actividad que mantuvo hasta la década de 1960. En 1954 el inmueble fue declarado Monumento Nacional y, en 1965, según acuerdo municipal, el Ayuntamiento lo expropió para convertirlo en Museo de Historia de la Ciudad. Sin embargo, en 1972 lo cedió a la Dirección General de Bellas, que llevó a cabo su restauración. Finalmente se acordó ceder el edificio a las Academias. Instalándose en la planta baja la Real Academia Sevillana de Buenas Letras y en la superior la de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. Posteriormente, fue transferido a la Junta de Andalucía, e incluido, como Bien de Interés Cultural, en el inventario del conjunto monumental de Sevilla.
El edificio, que ha tenido reformas y restauraciones, se ajusta a un prototipo de casas-palacio de origen medieval, enriquecido con elementos renacentistas. De ahí, sus afinidades estructurales y decorativas con otras casas sevillanas de la misma época, como la Casa de Pilatos o el Palacio de las Dueñas. Se organiza con más o menos irregularidades en torno a tres espacios abiertos: el apeadero, el patio y el jardín trasero. El patio posee galería de columnas en tres de sus frentes, con arcos decorados con yeserías renacentistas, producto de una reforma realizada en la década de 1540, que transformó otro precedente. Las yeserías fueron muy restauradas en el siglo XIX. En su entorno se encuentran los espacios más nobles de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, como son el Salón de Actos, con un bello friso de yeserías con las armas de los Pinelo y las salas de la Biblioteca, que poseen los artesonados más antiguos de la casa, fechados con anterioridad a 1520. También hay que destacar la pequeña bóveda en el paso hacia la logia, actual Sala de Juntas, así como la escalera de acceso a la planta alta, con contrahuella de azulejos del siglo XVIII, y el artesonado que cubre la caja, ambos elementos fueron instalados en la restauración de los años setenta del siglo XX.
Al fondo se encuentra el jardín, al que se abre una logia con columnas de mármol, hoy convertida en Sala de Juntas de la Academia, por la que se accede al Despacho de la Dirección. En este jardín se instaló una fuente manierista, procedente de una casa-palacio de la calle Levíes, en cuya hornacina se encuentra una estatua de Pomona, obra de Juan Luis Vasallo, procedente de la plaza de la Encarnación.
La Academia posee una colección pictórica, constituida principalmente por la galería de retratos de sus directores y otros miembros destacados de la Corporación, así como cuadros de distintos estilos, predominando las obras de pintores del siglo XIX (García Ramos, Gonzalo Bilbao, Domínguez Bécquer, etc.). También conserva el mobiliario del que fuera despacho privado de Fernán Caballero.
Bibliografía:
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